Cómo apropiarnos del poder y la autoridad en el nombre de Jesús
La realidad de la guerra espiritual
El sexto capítulo de Efesios, entre los versículos diez y diecisiete, es uno de los muchos pasajes bíblicos que hablan claramente de la realidad y necesidad de la guerra espiritual en la vida cristiana. ¿Por qué decimos que es necesario luchar en esta guerra espiritual? El Hijo de Dios fue enviado a la tierra para "deshacer las obras del diablo" (1 Juan 3:8 - RVR 60). En diversas ocasiones Jesús les dijo a sus discípulos, conocidos también como cristianos, que Le siguieran e hicieran las obras que hacía Él (Hechos 11:26, Juan 14:12). Esa destrucción es imposible si uno se niega a dar batalla.
A lo largo del Antiguo Testamento los hijos de Israel debieron luchar en varias guerras contra los enemigos de Dios. Del mismo modo, a lo largo del Nuevo Testamento el pueblo de Dios, el Israel espiritual (Romanos 2:28-29) luchan en la guerra espiriutal contra los enemigos de Dios que son seres humanos inspirados por las entidades del mal del reino de las tinieblas.
El apóstol Pablo se refiere al creyente como a un soldado (2 Timoteo 2:3). Estos términos que describen al seguidor de Cristo se usan para abrir los ojos del creyente a una verdad real que pocos llegan a comprender y/o aceptar por completo. Una de las consecuencias de no cumplir la pefecta voluntad de Dios, que exige la destrucción de las obras del diablo, es la libre difusión de la maldad.
En el mundo de hoy la práctica de las oscuras artes de la brujería, la magia negra y el satanismo, se glorifican con frecuencia y hasta se han infiltrado en la iglesia. Los crímenes violentos y horrendos, perpetrados hasta por niños pequeños, arrasan con pueblos y cuidades pequeñas donde los ciudadanos solían vivir en serenidad y seguridad. Los estilos de vida "alternativos" que la Biblia declara lisa y llanamente como abominaciones contra Dios, hoy son aceptados y mientras tanto, hay muchos cristianos que apartan la vista y se alejan del problema, y que innecesariamente soportan estas cosas como "felpudos" sin hacer otra cosa más que orar, con la esperanza de que las cosas mejoren en algún momento. ¿Dónde está el poder de Dios que se supone presente en la vida de todo sincero discípulo de Cristo?
Preparación para la guerra espiritual
La Biblia no solo le dice al creyente que use el poder que hay en el nombre de Jesús, sino que nos brinda instrucción necesaria en cuanto a cómo utilizar ese poder. La guerra espiritual tiene dos formas: las batallas contra el enemigo que obra en otras personas, y las batallas contra el enemigo que obra en nuestras mentes. Este artículo solo busca ofrecer un estudio introductorio sobre la guerra espiritual, en esos casos en que el enemigo está obrando en otras personas.
Es imperativo que los creyentes nos comprometamos con la guerra espiritual, entendiendo tres cosas. Primero, que el cristiano debe buscar con diligencia y sinceridad la justicia de Dios en su vida, con el fin de tener poder. La desobediencia a Dios disminuye ese poder. La correlación entre la justicia y el poder aparece muy bien explicada en Cómo Usar la Armadura de Dios (La coraza de justicia). Esta búsqueda puede comenzar con la oración sincera y regular a Dios, para que nos revele aquellas cosas que en nuestras vidas nos impiden tener una relación con Él.
En segundo lugar, Dios espera que quienes Le servimos usemos el sentido común y nos ajustemos a las leyes del lugar. Uno puede recibir instrucción sobre las verdades bíblicas básicas referidas a la guerra espiritual pero cada creyente ha de escuchar con atención las instrucciones de Dios para su batalla en particular, porque es imposible poder cubrir todas las posibles situaciones. Y además, más allá de lo instruido que se sea en cuanto a las Escrituras, todos seguimos siendo ramas que dependemos de la vid (Jesús) en todo momento.
Tercero, el creyente no ha de luchar en una batalla que Dios no le ha dado permiso para librar porque eso equivale a desobedecer, y la desobediencia lleva a la caída.
Las obras de la carne
¿Hay forma de saber cuándo alguien está permitiendo que el enemigo influya y/o controle sus acciones? Sí, la hay. Las acciones y conductas que son manifestaciones físicas de la directa influencia y control por parte de espíritus demoníacos, en la Biblia aparecen como "obras de la carne".
Gálatas 5:19-21 nos dice: "Las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas".
El pasaje de Gálatas es uno de los muchos que enseñan claramente al creyente a conocer las obras del mal, al observar alguna de las conductas meniconadas allí. En el pasaje de Romanos 7:18, Pablo escribió: " Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien".
Estos pasajes no están diciendo que todo quien se conduce en la carne lo hace a sabiendas.
Las obras de la carne que observamos en la vida real
Las parábolas son como cuentos en los que vemos personajes que viven verdades espirituales en acción. Sirven como ilustración. Jesús solía usar las parábolas para enseñar. Este artículo se centra en una manifestación en la vida real, donde vemos personas que se conducen en las obras de la carne, y a dos creyentes que fueron testigos del poder del nombre de Jesús para destruir las obras del enemigo. No revelamos los nombres de las personas ni los lugares, para proteger su privacidad.
Un verano, una familia numerosa, conformada por una madre soltera y sus hijos pequeños y adolescentes, se mudó al barrio de una ciudad pequeña donde vivían dos cristianos. Esa familia venía de una ciudad muy grande donde se informa que la madre formaba parte de una pandilla, acostumbrada a la violencia.
A poco de llegar, comenzó la actividad perturbadora. La casa de la familia era lugar de reunión, y todos los días acudía mucha gente que molestaba a automovilistas y peatones con lenguaje y conducta obscena, que se continuaba durante toda la noche, casi hasta el amanecer. Violaban la propiedad privada de sus vecinos, amenazando con lastimar al perro de uno de ellos y rompiendo cosas en casa ajena. En diversas ocasiones, había peleas en las que participaban entre diez y treinta personas.
Los vecinos, incluídos los residentes cristianos, llamaban continuamente a la policía, pero no servía de mucho. Estos dos creyentes, hartos y frustrados, oraban por la paz en su vecindario pero el problema continuó durante más de un año. Implementaron todo plan legal que se les ocurría con tal de librar a su barrio de este problema.
Un día mientras oraban, recordaron en el espíritu la forma en que se les había enseñado a ocuparse del problema, a la manera de Dios. Era una manera que no habían aceptado del todo. ¿Cuál era la solución de Dios que ellos estaban ignorando? ¿Cómo podían ignorar la solución a tal problema? Había llegado el momento de crecer en su andar con Cristo. y eso significaba aprender y comprometerse a librar una batalla espiritual. Al principio se resistieron a incomodarse con este camino de servir a Dios en un nivel más alto, y además, la lucha contra el enemigo incitaba a la ira a quienes les molestaban, lo cual conformaba una batalla en sí misma. Sin embargo, entendieron que hasta que no respondieran a la manera de Dios, el problema persistiría. Se entregaron y aceptaron la batalla que las maduró espiritualmente.
La Palabra de Dios contiene la respuesta
Jesús les dijo a Sus discípulos en Lucas 10:19: "He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo..." Y en Marcos 16:.15-17, el Salvador les dijo a Sus seguidores: "...Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura...Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios...".
El echar demonios no se traduce en la práctica anti-bíblica del "exorcismo". Además, el echar demonios no se limita a la expulsión de espíritus malignos de una persona, sino también de lugares.
1 Juan 4:4 le rcuerda al creyente que Cristo, que está en él, es más grande que Satanás, que está en el mundo. La palabra de Dios pone énfasis en el poder que Cristo da a Sus siervos obedientes. Estos vecinos cristianos finalmente aceptaron su respuesta. Y con la respuesta llegó el entendimiento de cómo apoderarse del poder que hay en el nombre de Jesús.
La autoridad espiritual demostrada por las Escrituras
El tomar conciencia de que los justos tenemos poder en el nombre de Jesús es solo el primer paso para entender la guerra espiritual. Y aprender a usar ese poder no es algo simple, y podrá variar según la situación a la que Dios lleva a Sus siervos. Sin embargo, hay algunas verdades básicas que se presentan en este artículo y que todo creyente debe entender antes de poner pie en territorio del enemigo.
Estos conceptos se nos revelan en las Escrituras en los relatos de la vida real, donde se registra el uso del poder del nombre de Jesús en las vidas y ministerios de Sus santos de esos días. El Nuevo Testamento, en particular los cuatro evangelios y el libro de los Hechos, nos revelan que el Señor Jesús hablaba literal y audiblemente a los espíritus inmundos a los que reprendía, dándoles órdenes específicas que ellos tenían que obedecer. Del mismo modo, vemos a los siervos de Jesús hablando literal y audiblemente a los espíritus inmundos a los que reprendían dándoles órdenes que tenían que obedecer. La diferencia es que el siervo no tiene poder propio y pronuncia sus órdenes en el nombre de Jesús.
Marcos 1:23-25 nos dice: "Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él".
Jesús daba órdenes que los espíritus inmundos tenían que obedecer. También vemos al apóstol Pablo, siervo de Cristo, ejerciendo autoridad sobre espíritus malignos. Hechos 16:18 nos dice: "...nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación.Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora". Pablo, siervo de Cristo, también dio una orden en nombre de Jesús que el espíritu inmundo tuvo que obedecer.
Este artículo, como introducción a la guerra espiritual del cristiano, cita solo unos pocos de los muchos pasajes que demuestran el uso del poder del nombre de Jesús en las vidas de los creyentes. Los que desean estudiar con sineridad, seguirán buscando a Dios en este camino.
Comienza la batalla
Había llegado para estas dos siervos de Cristo el momento de ejercer la autoridad en el nombre de Jesús contra las obras de la carne que describe Gálatas. Era el momento de mostrar abiertamente el poder de Dios a las dos cristianos, a los nuevos vecinos que causaban problemas y a todos los demás vecinos del lugar, que escuchaban en medio de la noche.
La pandilla se hallaba reunida en la oscuridad, y proferían insultos y amenazas mientras discutían violentamente los unos con los otros, molestando a todos. Los vecinos, pasivos, y hartos de que no sirviera de nada llamar a la policía, cerraban las ventanas y subían el volumen del televisor. Los automovilistas evitaban esa calle, donde la pandilla les impedía el paso como "matones". Sin embargo, las dos vecinas cristianas procedieron como se les había instruido en las Escrituras y en oración.
Primero oraron, elevando el barrio a Dios y pidiendo Su intervención para restaurar la paz. Luego abrieron la pureta de su casa y reprendieron en voz alta a los espíritus demoníacos de la violencia, la pelea, el odio y la herejía, ordenándoles que se fueran en el nombre de Jesús.
Cuando lo hicieron por primera vez, los de la pandilla se dispersaron y se alejaron de las calles donde habían aterrorizado a todos. Se subieron a sus autos y se fueron. Otros, se alejaron a pie. Los dos creyentes agradecieron y alabaron a Dios al ver que se iban. Siguieron orando a diario por la paz de su vecindario. Pasaron varios días en que no hubo incidentes. Ya no había pandilleros en las calles molestando, como antes.
Pero una noche, volvieron los gritos y los ruidos molestos, de parte de esa misma familia y sus conocidos. Los dos creyentes se levantaron de la cama y actuaron del mismo modo que la primera vez. Y una vez más fueron testigos de la autoridad de Dios que hace huir al enemigo.
Pasaron varios días más sin incidentes, hasta que llegó la tercera y última batalla. Mientras los dos creyentes reprendían a los espíritus demoníacos de la violencia algunos pandilleros se enojaron y se dirigieron hacia la puerta abierta de la casa de las cristianas, con los puños en alto, gritando cosas feas. Pero las creyentes no se callaron ni se amedrentaron ante las amenazas del enemigo. Siguieron reprendiendo a los espíritus del mal y vieron que en cuestión de minutos los pandilleros violentos se fueron. Agradecieron y alabaron a Dios, al ser testigos de su autoridad.
El delito, los ruidos y la violencia del vecindario finalmente habían tenido que irse, gracias a la intervención de Dios. Pasaron tres semanas, y quienes habían originado los disturbios se mudaron.
Esta historia, real demostración del poder de Dios, se relata aquí por dos razones. Es testimonio de la autoridad de Dios, digno de gloria y alabanza. Y además ayuda a entender la instrucción de las Escrituras en cuanto a la guerra espiritual.
No se trata simplemente de copiar las acciones y conducta de los dos creyentes. Cada situación es diferente y debemos buscar a Dios con toda intención, pidiendo guía e instrucción, que Él da a cada creyente que como vasija abierta se deja usar para destruir las obras de Satanás.
traduccion de Karin F. Handley
Based on true events, The Third Man by Angela Sheffield, brings the Bible up close and personal as the characters face real issues of life: Betrayal, deceit, romance, bitterness, anger against God, hopelessness, will power, perplexity, triumph, unforgiveness, mental illness, and the "Alcohol made me do it" excuse. Read chapter one FREE now.
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