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The Third Man by Angela Sheffield is based on a true story. Read chapter one now!
Lo que leemos en la Biblia tiene que ver con todos los seres humanos, sean cristianos o judíos, ateos o agnósticos, budistas, musulmanes o adherentes a alguna de las filosofías o nuevas religiones que surgen en el mundo. ¿Por qué? Ver mayor información sobre este interesante libro.
Jesus saith unto him, I am the way, the truth, and the life: no man cometh unto the Father, but by me.
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Jesus spricht zu ihm: Ich bin der Weg und die Wahrheit und das Leben; niemand kommt zum Vater, denn durch mich!
Leemos lo siguiente en la Biblia: “Entonces Pedro, abriendo la boca, dijo: En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hechos 10:34-35 – RVR60).
Es esto lo que dijo el apóstol Pedro después de ver cómo el Espíritu Santo llenaba a los creyentes gentiles tal como lo hacía con los creyentes de Israel. Pero ¿Dios no hace acepción de personas solo cuando se trata del bautismo en el Espíritu Santo? Hay quienes podrán pensarlo, a la luz de algunos pasajes bíblicos más.
Veamos el caso de un hombre llamado Ananías y de su mujer Safira, a quienes el Señor dio muerte porque Le mintieron. Esto es lo que leemos: “Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad, y sustrajo del precio, sabiéndolo también su mujer; y trayendo sólo una parte, la puso a los pies de los apóstoles. Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad?... Al oír Ananías estas palabras, cayó y expiró.” (Hechos 5:1-3, 5). Si leemos un poco más en este mismo pasaje veremos que la esposa de Ananías también mintió, y el Señor hizo que muriera. En realidad no sabemos si fue el Señor el que les mató o si envió a uno de Sus ángeles para que les quitara la vida. Lo cierto es que murieron por Su autoridad a causa de lo que habían hecho: mentirle.
Evidentemente tiene sentido afirmar que mentirle al Espíritu de Dios es un gravísimo error. El resultado fue la muerte de estas personas. Si consideramos que el Señor detesta a la lengua mentirosa (Proverbios 6:16-17) no nos asombraría precisamente el ver la reacción de Dios ante su conducta.
Sin embargo, veamos ahora otro momento en que alguien mintió, tal vez no directamente al Señor pero sí en Su presencia. En este caso la persona no murió. Dios le dijo al anciano Abraham y a su estéril esposa Sara que tendrían un hijo, aunque ya eran de edad avanzada. “Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?
Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?...Sara tendrá un hijo. Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. “ (Génesis 18:12-14, 15).
Si Dios no hace acepción de personas, ¿por qué no castigó a Sara por mentir en Su presencia en cuanto a Su promesa de que esta pareja tendría un hijo? A Ananías y su esposa les quitó la vida porque Le mintieron. Le mintieron a Dios al mentirle a Su siervo Pedro, en quien Dios habitaba. ¿Qué había de diferente en la mentira de Sara? ¿Por qué a ella la trató con misericordia y le permitió seguir viviendo, y los otros dos que Le mintieron a Dios cayeron muertos?
Veamos un poco más de cerca la diferencia en la situación de ambos casos de mentir en presencia de Dios. Entonces nos daremos cuenta de que en verdad Dios no hace acepción de personas aunque a primera vista nos parezca que no es imparcial. En el caso de Ananías y su esposa Safira, la cosa fue premeditada. Los dos mintieron para ocultar su sucia conducta. Sara, por otra parte, tuvo miedo. Sabemos que así fue porque es lo que leemos: “tuvo miedo”. Su miedo fue lo que marcó la diferencia. Recordemos que en el mismo pasaje donde Pedro afirma percibir que Dios no hace acepción de personas, también dice: “sino que en toda nación se agrada del que le teme” (Hechos 10:34-35).
Ananías y Safira no tuvieron miedo. Simplemente pensaron que se saldrían con la suya. Pero cometieron el error de no saber que al hacerlo, le estaban mintiendo al mismísimo Espíritu de Dios, y eso les costó la vida. El caso de Sara es diferente, muy distinto. Sí, ella también mintió. Pero mintió por temor al Señor. Por eso Él tuvo compasión de Sara. Leemos que “Se compadece Jehová de los que le temen” (Salmo 103:13).
Traducido al español por Karin F. Handley de HeavenlyManna.net
Based on true events, The Third Man by Angela Sheffield, brings the Bible up close and personal as the characters face real issues of life: Betrayal, deceit, romance, bitterness, anger against God, hopelessness, will power, perplexity, triumph, unforgiveness, mental illness, and the "Alcohol made me do it" excuse. Read chapter one FREE now.
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