Hablar con los muertos: por qué es una abominación ante Dios, según Deuteronomio 18

¿No dice la Biblia que podemos, e incluso deberíamos, hablar con los muertos?
No. No lo dice. Leemos: "No sea hallado en ti quien... consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas" (Deuteronomio 18,10-12)
Las escrituras que apoyan la práctica de hablar con los muertos son apócrifas. Esto nos pone en alerta por las siguientes razones:
1. Los autores de los libros apócrifos admiten abiertamente que sus escritos no fueron inspirados por Dios.
2. Los libros apócrifos contradicen desvergonzadamente las enseñanzas de los libros canónicos de la Biblia cristiana, que demuestran su inspiración divina a través de enseñanzas científicas precisas y en el cumplimiento exacto de sus profecías.
3. El apócrifo no tiene profecías... al menos, ninguna que se haya cumplido. Esto es muy llamativo, porque en la Biblia cristiana, Dios usaba—y sigue usando—la profecía como prueba irrefutable de su soberanía, presciencia y autoridad.
Por las razones mencionadas arriba, vamos a darle crédito solo a las escrituras de la Biblia cristiana, porque nos dan razones para hacerlo.
Bien. No podemos consultar a los muertos, pero ¿por qué es una abominación?
Buena pregunta. Primero, veamos la respuesta corta, que a su vez planteará otra pregunta más.Hablar con los espíritus de los difuntos es una abominación ante Dios, porque es imposible consultar realmente a los muertos. Vamos a desmitificar esa respuesta. En el intento de hacer lo imposible, sin embargo, nos exponemos a interactuar con espíritus malignos que son maestros del engaño. Esa exposición al mal es lo que lo hace abominable ante Dios. Pero vamos por partes. ¿Por qué decir que consultar a los muertos es, en realidad, imposible?
Cuando una persona muere, su cuerpo vuelve a la tierra (si se entierra), pero su alma y espíritu (el aliento de vida que se menciona en Génesis) vuelven a Dios. La Biblia dice: "Antes de que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; y el polvo vuelve a la tierra, como era, y el espíritu vuelve a Dios que lo dio..." (Eclesiastés 12,6-7).
Ahí lo tenemos. Los espíritus de los fallecidos vuelven a Dios, quien dictamina adónde irán y qué será de ellos, ya sea algo bueno o malo. Podemos argumentar que se les podría consultar desde cualquier lugar en el más allá, ya sea el infierno, un lago de fuego, o algún paraíso. Pero si eso fuera posible, los muertos podrían seguir teniendo voz y voto en los asuntos de los vivos, ya sea para bien o para mal. Sin embargo, tal pensamiento va totalmente en contra de lo que nos revela la Palabra de Dios, que incluso nos dice que los muertos ni siquiera saben lo que nos ocurre en esta vida.
Leemos: "...Los muertos NADA SABEN, ni tienen más paga... Su amor y su odio y su envidia fenecieron ya. Y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol" (Eclesiastés 9, 5-6).
"Debajo del sol" significa en este mundo actual. Ninguna persona muerta puede ayudarle ni hacerle daño, por más poderosa que fuera cuando estaba viva. Consultar a los muertos significaría darles voz y voto en nuestros asuntos... un poder e influencia que Dios les quitó al morir ellos. Si creemos realmente que somos capaces de ir por encima de Dios y concederles a los muertos voz y voto en nuestros asuntos, estamos seriamente engañados.
¿Y qué ocurre cuando alguien sirve de médium y se escuchan los mismos tipos de consejos que la persona invocada habría ofrecido cuando estaba viva?
No olvidemos que Satanás existía antes de que Dios creara a Adán y Eva, las primeras personas que vivieron en la Tierra.
Conoce a toda persona que jamás haya vivido. Lo vemos en el Edén, en Génesis. Lo vemos desde el principio, y está ahí en Apocalipsis, el fin de la historia del mundo actual. No hay nadie que Satanás no conozca. Lo que es más, la Biblia revela que Dios le dio mucha sabiduría (Ezequiel 28, 12-13). También se nos dice que Satanás se disfraza como ángel de luz (2 Corintios 11, 14). Para colmo, los espíritus malignos tienen el poder de la metamorfosis. Es decir, son capaces de asumir cualquier forma. Esto no es especulación. Esto es una realidad. Los espíritus malignos se crearon como ángeles, no como demonios. Lucifer se creó como un ángel muy poderoso y hermoso. Era un querubín (Ezequiel 28, 14).
Aunque empezaron a llamarse diablos, demonios y otros nombres más, no significa eso que dejaron de ser seres angelicales. Dicho esto, sigue poseyendo poderes únicos de los seres angelicales, entre los cuales está el misterioso poder de cambiar de forma y asumir diferentes voces. Vemos este poder en acción en ambos testamentos de la Biblia cristiana. Los ángeles pueden parecer hombres normales. Los vemos comiendo, bebiendo, hablando... y engañando. Fíjese en esta advertencia en Hebreos 13, 2: "No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles".
Sí, esa gente, sin saberlo, hospedó ángeles. Eso significa que les dieron de comer y beber a ángeles. Hablaron con esos ángeles sin saberlo. ¿Cómo es posible? Hay ángeles que pueden metamorfosearse en la forma de un hombre normal. Por lo tanto, no es de extrañar que los ángeles malos (demonios y diablos) puedan engañar en cualquier sesión espiritista. No importa que el consejo sea "bueno" y parecido al que le daría su ser querido, o algún "santo". Viene de una fuente prohibida, diabólica, y por tanto, muy peligrosa. Y esa fuente busca ganarse nuestra confianza para tendernos una trampa mortal.
Mortal, porque sea cual sea la trampa, siempre tiene que ver con mantenernos alejados del único Salvador, Jesús.
Veamos rapidamente una sesión espiritista en la Biblia. Leemos que el rey Saúl le dijo a una mujer con espíritu de adivinación: "...Yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere... La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió, Hazme venir a Samuel. Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz..." (1 Samuel 28,8, 11-12) En el versículo 13 del mismo pasaje, leemos que Saúl le pregunta a la mujer: "¿Qué has visto?" En el versículo 14, leemos que el hombre fallecido que ella vio era, en efecto, Samuel, que ya había muerto. Bueno, si la mujer realmente esperaba invocar a un muerto, ¿a qué se debe su gran temor? ¿Por qué da voces? ¿De qué tiene tanto miedo? Sabemos que la mujer conducía esas sesiones de manera regular, porque era médium. Recordemos que la Biblia nos dice que tiene espíritu de adivinación. Lo que pasa es que ella sabe perfectamente que no tenía el poder de conjurar a ningún muerto realmente.
Sabe que no fue por sus poderes ocultistas que apareció el verdadero Samuel. Trabajaba estrechamente con los espíritus malignos, que fácilmente pueden hacerse pasar por cualquier hombre o mujer con el fin de engañar a los vivos que no quieren respetar las prohibiciones de Dios. Esas fuertes prohibiciones divinas tienen como propósito protegernos de nuestro enemigo.
Si es verdad que es malo hablar con y consultar a los muertos, ¿por qué entonces hay personas que dicen conocer a Dios y Su Palabra, y hacen lo que Él ha llamado abominable? La respuesta la revelan estos pasajes que están entre un montón de advertencias al respecto:
"He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten;. (Apocalipsis 3,9)
Muchos dicen conocer a Cristo, pero mienten.
"Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos." (Mateo 24,24)
Ni siquiera el obrar milagros es una señal segura de que alguien sigue a Cristo. Se hacen milagros en el nombre de
falsos Cristos.
"Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras..." (2 Pedro 2,1)
Hay un montón de historias verídicas que están relacionadas con el tema tan importante de consultar a los muertos. Cuentan sucesos de lo más misteriosos, que parecen no tener explicación alguna, y mucho menos bíblica. Pero sí la tienen.
No se deje engañar.
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